Popayán: Ciudad de pecados y oficios
Y es que lo que conocemos actualmente de la ciudad, son las mismas historias, cuentos y leyendas. Narraciones que se convierten en conversaciones cotidianas cuando entre payaneses raizales recuerdan nostálgicamente un pasado ¨glorioso¨ que ya no volverá. Un pasado que se mantiene vivo, a través de las evocaciones de los viejos y que los hijos jóvenes de las familias distinguidas tratan de mantener entre costumbres y tradiciones que parecen no entender.
Así es, la historia de Popayán se ha escrito a través de lo oficial y nada más. Y eso es algo que no se puede desconocer, ni aún los más ilustres escritores se han empeñado en escribir esa otra historia de la hoy que es la llamada “Ciudad Blanca de Colombia” o “Jerusalén de América”.
Una ciudad que la mayor parte del tiempo pasa con sus paredes blancas adornadas por el polvo negro que levantan los carros -polvo que sólo es limpiado para Semana Santa- y pintada de graffitis de adolescentes enamorados o expresiones de protesta e inconformismo político. Hoy, sin embargo, la ciudad se teje a través de otros cuentos, otras historias y otras leyendas.
La Popayán de hoy también se ve a través de ojos de mendigos, desplazados, jóvenes, hippies, vendedores ambulantes, taxistas, comerciantes informales, ladrones y personas de otros lugares que han llegado a la ciudad en busca –no sé- si de un mejor futuro.
Y aunque todo ello parece esconderse y mimetizarse bajo ese color blanco que oculta los “defectos” de Popayán, nuestra querida ciudad no deja de ser un lugar pecador, tan humana como nosotros, tan inhumana como sus paredes.