PopayánHoy

martes, septiembre 25, 2007

EL TAXISTA DON ALBERTO


Por:
Rubén Darío Zúñiga G.

El frío mañanero penetra por la piel y el sol apenas se insinúa en el horizonte, en la calle no se escucha todavía el ruido morboso de los carros y la gente aún parece sumergida en un sueño descomunal.

Son como las 5:30 de la mañana y don Alberto, un payanés de 70 años todavía con el sueño entre los ojos, camina hasta el baño para cepillarse los dientes y la cara. Luego de permanecer unos instantes en el baño, toma un poco de café, se levanta de la vieja silla del comedor, y con paso lento pero firme, se va caminando hacia la puerta que da a la calle.

Unos minutos de caminata y don Alberto llega hasta donde está el carro guardado. Abre cada una de las puertas del vehículo, deja que entre un poco de aire fresco, acomoda sutilmente las añejas hojas de eucalipto que están en la parte de atrás del carro y que le dan un aroma particular, limpia los asientos, espejos y parabrisas, enciende el automóvil, espera unos momentos y mientras tiene el pie en el acelerador piensa en el trabajo del día.

Y es que ya son más de treinta años trasegando por infinidad de lugares de la ciudad y don Alberto no ha parado de trabajar en el taxi de servicio público que está a su cargo. Una y otra vez va y viene por los rincones menos conocidos y también por los más populares.

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